“El pulmón, con su primer y último soplo, marca el inicio y final de la existencia terrenal”.
Respirar es algo que la mayoría de nosotros ni nos damos cuenta que lo estamos realizando. Lo hacemos de forma automática, y somos conscientes de su existencia cuando nos enfermamos.
La práctica de la respiración consciente nutre nuestra mente y nuestro cuerpo, obtenemos el combustible necesario para funcionar y para vivir.
Mientras más eficazmente respiremos, mejor viviremos. Mejoramos la salud oxigenando la sangre, los órganos y todos los tejidos, el cuerpo se vitaliza, las emociones se equilibran, la mente se relaja, mejora nuestra concentración, nuestra claridad, nuestra creatividad.
Tomate unos minutos al día para vivir una par de respiraciones conscientes y con el tiempo ve aumentado la frecuencia con el que lo haces, así empezarás a notar los beneficios de esta experiencia.
Namaste!
Qué hacer con mi respiración cuando el ambiente está tenso?
Cuando compartes tu entorno con una persona con la que tienes mala relación, el ambiente se pone denso y todos nuestros sentidos lo absorben, a eso le llamamos “mala energía”.
¿Qué debemos hacer entonces?
Tú eres el encargado de transformar ese ambiente. ¿Cómo? Cierra los ojos, toma aire profundo, sostenlo y suéltalo. Durante ese proceso dile al universo que trasmuta esa “mala energía”, que limpie el espacio con su amor para el beneficio de los demás y el tuyo. También puedes decir que inhalas amor y exhalas amor, y con esta frase cambiarás la energía del lugar.
¿Por qué? Porque todos respiramos el mismo aire, mientras el ambiente este denso, el oxígeno que recibes será tóxico, pero si pones la intención de limpiarlo, el oxígeno que recibes es Amor de Dios.