El Dr David Hawkinks médico y psiquiatra norteamericano, presentó una serie de descubrimientos acerca de la consciencia humana en su libro “El poder contra la fuerza” (2002). Sus postulados demostraron que todos los objetos poseen una energía que vibra en distintas frecuencias.
Esto se conoce como la Escala de la Consciencia, un gráfico que, según el científico, va de 1 a 1000, donde ese es el nivel de vibración interna y de evolución de consciencia que un humano puede conquistar.
En esa escala el autor menciona el concepto de Dios en uno de sus pilares: puedes reemplazarlo por el que funcione para ti, por ejemplo, visión o perspectiva expandida, superior o trascendental.
En el nivel inferior (de 175 para abajo), el experto habla de un polo dominado por la fuerza. Podemos entenderlo como el deseo de dominación, de poseer, controlar, con expresiones limitantes como la vergüenza, venganza, exigencia, orgullo, desprecio, culpa, remordimiento.
En el nivel superior (de 200 hacia arriba), menciona el poder, entendiéndolo como el potencial hacedor, constructor, de desafío, logro y expresiones positivas. La satisfacción, sabiduría, neutralidad, confianza, revelación y trascendencia forman parte de este espacio de vibración.
Esta herramienta es útil para entender a partir de ciertos patrones y comportamientos, el por qué y para qué actuamos de la forma en que lo hacemos, existiendo la posibilidad de vibrar más alto, lo que conlleva contribuciones más positivas no solo para la forma en que queremos lograr las cosas y sentirnos bien interiormente, sino para el entorno, ya que la energía se transmite y se contagia. De hecho el lenguaje que utilizamos es uno de los generadores mayores de estos dos niveles.
El doctor Hawkins utilizaba una prueba muscular, donde se puede medir sencillamente de qué forma se influencia mediante palabras las emociones de una persona, y consecuentemente, su fuerza o resistencia aumenta o disminuye.
Lo que la Escala de la Consciencia aporta es que una emoción es una forma de vibrar, al igual que lo hace cualquier cuerpo o materia.
Las de baja frecuencia, como la culpa, la tristeza y la humillación producen determinadas reacciones emocionales no contributivas para el individuo y su entorno, mientras que sentimientos como el amor, la felicidad y la tranquilidad son más elevados y apuntan a un nivel de iluminación, entendido como el máximo estadío de conexión que cada persona puede aspirar, según Hawkins.
En su estudio, el promedio vibracional de una persona está alrededor de 207. El autor explica que durante la vida aparecen condicionamientos negativos, bloqueos y condicionamientos que impiden llegar a vibrar más alto. Por ejemplo, si estuvieras en el nivel 500, el nivel del amor, la manifestación interna y externa de lo que vives es completamente diferente y positiva.
Otro aspecto interesante es que la energía de cada persona afecta a todos los que le rodean, en el mejor nivel de vibración que ese ser puede hacerlo en ese momento: es decir, se contagia.